jueves, 6 de diciembre de 2007

¿Por qué no bajan las tasas de interés?


Las tasas de interés activas (que cobran los bancos) fueron eje de una interesante polémica durante la previa a las elecciones presidenciales de octubre pasado. En aquel momento, la suba que ‘gatillaron’ la crisis financiera internacional y la mayor percepción de riesgo local fue mal vista por el gobierno nacional, que se fijó como objetivo explícito la reducción de las mismas.

A pesar de ello, transcurrido un mes de la contienda electoral, las tasas de interés locales continúan estabilizadas en un nivel bastante superior al pre-crisis.

La pregunta, entonces, es: ¿Por qué no se reducen las tasas de interés?

Porque la autoridad monetaria no puede determinar la tasa de interés y el tipo de cambio nominal al mismo tiempo. Si el Banco Central (BCRA) decide determinar el tipo de cambio nominal, entonces deberá inyectar (absorber) la cantidad de pesos faltante (sobrante), compensando las fluctuaciones de la demanda y oferta de divisas, para que el mismo se ubique en el nivel objetivo deseado.

Esto implica que la cantidad nominal de dinero que circula en la economía pasa a ser una variable endógena, decidida por los demandantes de dinero. Como la tasa de interés es el precio de la liquidez, también queda fuera del control de la autoridad monetaria.

Por su parte, la tasa de inflación pasa a ser otra variable endógena (determinada por el ritmo de emisión que requiere el objetivo cambiario, la disponibilidad de capacidad ociosa, y las expectativas), de forma que el juego combinado de esta última y la cantidad nominal de dinero, determinan la cantidad real de dinero.

Pero, como la variable que verdaderamente importa a la hora de determinar la evolución de la tasa de interés real en el mediano-largo plazo es la cantidad de dinero en relación al producto, tenemos otra variable endógena más: el ritmo de crecimiento real de la economía.

La autoridad monetaria no puede determinar conjuntamente el tipo de cambio nominal, tasa de inflación y la tasa de crecimiento del producto. Si elige uno, los otros quedan determinados endógenamente.

Desde este punto de vista, resulta imposible que el BCRA pueda satisfacer los deseos del Poder Ejecutivo sin abandonar su objetivo cambiario. Como el último es la piedra angular del ‘modelo’, el resultado era previsible desde el comienzo.

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